La pasada semana fui invitada, por Javier Rodríguez y Sagrario del Valle, director y subdirectora, respectivamente, del proyecto de innovación docente denominado Coordinación docente transversal en el TFM como eje vertebrador de las enseñanzas del MUFPS en el Campus de Toledo. Congruencia de un proceso innovador, a clausurar la primera jornada de formación del Profesorado que forma parte de este proyecto. Como profesora asociada del Área de Sociología de la Facultad de Educación de Toledo, y recientemente profesora, también, del Máster en Profesorado en Educación Secundaria y Bachillerato, Formación Profesional y Enseñanza de Idiomas, fue para mí un verdadero placer, como docente y como socióloga.
Se me solicitaba, y reproduzco tal cual las palabras de Sagrario, «preparar una conferencia que nos hiciera (al grupo de profesorado del Máster en el que participamos desde diversas disciplinas, Pedagogía, Psicología, Sociología, Geografía e Historia, Biología y Geología, Educación Física, Química, etc.) reflexionar sobre la situación actual de la educación, la pandemia, los cambios a los que nos estamos enfrentando, y la necesidad de identificarnos como grupo de trabajo, donde exista congruencia y confianza, relación horizontal en la toma de decisiones, sentirnos bien, generar emociones entre nosotros, para producir con más eficacia«.
Me fui adentrando en el contenido de la conferencia a partir del planteamiento de tres preguntas o cuestiones, la primera de ellas, ¿cómo queda la sociedad y la educación post-pandemia?, la segunda, ¿a qué cambios nos enfrentamos? Y la tercera, ¿cómo abordar la diferenciación del trabajo colaborativo, cooperativo e interdisciplinar en la necesidad de identificarnos como grupo de trabajo?.
En esta entrada solamente abordaré la primera pregunta, emplazando las otras dos cuestiones a posteriores entradas al Blog.
Empezamos entonces.
¿Cómo queda la sociedad y la educación post-pandemia?
Pese a la imposibilidad de hacer una previsión fiable de los efectos que la crisis provocada por la pandemia va a tener sobre la sociedad, a corto plazo, ya que, entre otros motivos, no contamos todavía con datos suficientes, sí podemos constatar que se van a producir cambios y que estos han de aprovecharse para generar un nuevo modelo social. Por lo que, para responder a esta primera cuestión se tuvo en cuenta algunas encuestas realizadas al respecto.
El Colegio Oficial de Ciencias Políticas y Sociología de Castilla-La Mancha ha llevado a cabo una encuesta regional, a primeros de mayo, a la que respondieron un total de 1.006 personas, con el objetivo de conocer los efectos sociales que estaba generando la situación de confinamiento entre la población de Castilla-La Mancha.
Entre los datos obtenidos, en la conferencia se destacó que el 18,4% pasó el confinamiento en pisos o casas sin balcón, terraza o patio. El 48,9% ha convivido con tres o más personas. Y el 12,1% ha manifestado que la persona encuestada, su pareja, o ambos, han sido despedidos, en el mayor de los casos con despido temporal (ERTE). El 3,5% tiene alguna hija o hijo con discapacidad, y el 10,5% tiene alguna persona mayor a su cargo habitualmente.
Además, que el 19,3% ha perdido, hasta ese momento, a algún familiar, el 10,4% por Coronavirus y el 8,9% por otra enfermedad. Que el 35,9% ha mostrado preocupación por los estudios de sus hijos, y que el tener que compaginar teletrabajo, tareas domésticas y atención a las tareas escolares de sus hijos ha producido mayor grado de ansiedad e irritabilidad entre las mujeres.
Los datos de esta encuesta han reflejado cierto halo de positividad, como queriendo que suceda realmente un cambio de sociedad, a mejor, ya que el 21,1% consideró que esta situación nos hará cambiar bastante nuestras actitudes, no ocurriendo lo mismo en cuanto al sistema educativo se refiere ya que el 18,5% de la población castellanomanchega consideraba que el sistema educativo de Castilla-La Mancha irá a peor.
En términos educativos, la pandemia supone una gran oportunidad para repensar el actual modelo educativo. Nos ha obligado a “ponernos las pilas” tanto al profesorado, como al alumnado, a las familias, y a la Administración.
En este sentido se ha utilizó la reciente encuesta telefónica realizada por Save the Children, y que constata que la crisis sanitaria de la Covid-19 está teniendo un elevado impacto económico y emocional en los hogares más vulnerables. Esta encuesta nos permitió conocer la situación económica y laboral de estas familias, su estado de ánimo, y los recursos de que disponen para permitir la continuidad de las actividades educativas de sus hijos.
En concreto, nos adelanta que, el 60,5% de las familias ha visto alterada su situación laboral en tan solo la primera semana de confinamiento, que el 41% manifiesta que los niveles de estrés y problemas de convivencia han aumentado, en buena medida por las malas condiciones de habitabilidad y tamaño reducido de sus viviendas, que las mujeres refieren mayores problemas emocionales, mostrándose cansadas y con una carga superior de cuidados y de estrés por el confinamiento.
Y que, en términos educativos, más de la mitad de las niñas y niños se han visto afectados negativamente y han sentido nerviosismo por no poder salir de casa, miedo y preocupación por el bienestar de sus familiares, que las carencias económicas se han traducido para el 48,6% en dificultades de acceso a los materiales que les han facilitado los centros educativos (por no tener conexión a internet, ordenador o teléfono, o por tener equipos prácticamente obsoletos que no han permitido el adecuado funcionamiento de las plataformas educativas) y, finalmente, que el 82,9% de las familias no ha estado realizando actividad física, reflejándose así un escaso o nulo ejercicio físico.
Sin embargo, también debemos tener en cuenta un factor relevante relacionado con cómo nos hemos adaptado a la enseñanza online. ¿Realmente ha habido enseñanza online?, o ha sido seguimiento, mandar tareas, realizar pruebas, en definitiva, cubrir el expediente. Nosotras, nosotros, como profesorado universitario sabemos que sí, que hemos cubierto el cuatrimestre virtualmente, aunque también sabemos que ha habido profesores que no lo hayan hecho. Pero ¿y en Primaria y Secundaria? Los que tenemos hijas e hijos en esas etapas educativas sabemos, porque hemos podido experimentarlo, que clases online, precisamente no ha habido.
En este sentido me incliné por los resultados de la encuesta realizada por EducAcción denominada “La escuela en nube” ya que vuelca unos resultados que me parecieron importantes para reflexionar.
Según esta encuesta, los alumnos de Primaria son los que mejor se han adaptado a las nuevas metodologías de trabajo, mientras que los de Bachillerato han sido los que más dificultades han manifestado; las metodologías más integrativas, abiertas y flexibles, según esta encuesta, facilitarían la adaptación a nuevos modelos de aprendizaje, frente a las que son más rígidas basadas en asignaturas estancas; y, preguntados sobre la metodología online frente a la presencial, solo un 8% de los alumnos de Secundaria se decantarían por el estudio a distancia.
Los datos pueden leerse de mil maneras, pero está claro que la escuela virtual no suple la escuela presencial. Aun así, los resultados avalan que no se puede generalizar el éxito o el fracaso de la enseñanza online, ni en términos de éxito de los alumnos ni por sus resultados pues todo depende de la metodología empleada por cada centro docente, así como por las condiciones organizativas del mismo y la actitud y características sociofamiliares del alumnado.
Esta encuesta también nos muestra como el alumnado, al preguntarles qué les gustaría conservar de esta nueva forma de aprender, en gran medida contestan que sería la accesibilidad al profesorado. ¡Qué bonito!, ¿no?, sobre todo si sabemos aprovechar esta demanda. Creo más firmemente que nunca que está en nuestras manos mantener esa cercanía y accesibilidad que demanda el alumnado.
La encuesta ofrece mucha más información, pero por acortar (me dieron 45 minutos), comentar finalmente que, las condiciones familiares han tenido un impacto directo sobre la disposición del alumno hacia el aprendizaje y sobre la calidad y cantidad que éste puede asimilar, que el alumnado sí tiene ganas e intención de aprender, sin embargo, sus intereses e inquietudes, no son del todo coincidentes con el contenido académico obligatorio, y que, el alumnado más vulnerable (aunque no me gusta utilizar este término), incluido el alumnado con necesidades educativas especiales (este término tampoco me gusta), Asperger, dislexia, hiperactividad, bullying, etc. han tenido también necesidades educativas especiales en el formato online y necesitan una consideración y acompañamiento específico durante este tipo de procesos.
En definitiva, a través de estas tres encuestas, podemos comprobar que tenemos mucho trabajo por delante ya que el panorama no pinta muy bien.
Para entender la conferencia en su totalidad os emplazo al siguiente post en el que trataremos la segunda cuestión planteada, en relación con esta pregunta: ¿A qué cambios nos enfrentamos? Y que da continuidad, por lo tanto, a esta entrada.
Natalia Simón 🌙