Ya lo dijo Charles Wright Mills en 1959 en su magnífico libro La imaginación sociológica.
«Pero los hombres, habitualmente, no definen las inquietudes que sufren en relación con los cambios históricos y las contradicciones institucionales. Por lo común, no imputan el bienestar de que gozan a los grandes vaivenes de la sociedad en que viven. Rara vez conscientes de la intrincada conexión entre el tipo de sus propias vidas y el curso de la historia del mundo, los hombres corrientes suelen ignorar lo que esa conexión significa para el tipo de hombres en que se van convirtiendo y para la clase de actividad histórica en que pueden tener parte. No poseen la cualidad mental esencial para percibir la interrelación del hombre y la sociedad, de la biografía y de la historia, del yo y del mundo. No pueden hacer frente a sus problemas personales en formas que le permitan controlar las transformaciones estructurales que suele estar detrás de ellos». (C. W. Mills, 1959)
Medio siglo no implica saber a conciencia las mejores decisiones a tomar, en el trabajo, el amor, la amistad, la marca del suavizante o qué película ver en la televisión.
Y es precisamente cuando no se tiene esa conciencia, y confianza en sí mismo, cuando se necesita consultar… Y no ya consultar a amigos, familiares, conocidos, compañeros, sino que se busca las respuestas en las redes sociales, en diversas app, Google, etc. Se busca desesperadamente una respuesta a cómo vivir, en un sin fin de pin, páginas, post, o como quieran llamarse según qué aplicación…
En cualquier caso, no deja de ser sorprendente tener que vivir condicionado a lo que mentes pensantes y «sabias» decidan que uno es, o que uno hace, o que uno piensa, o que uno desea…
Quién sabe si por miedo a demostrar su verdadero ser, …, qué más da!
Son muchas máscaras descubiertas, otras caretas incluso con denominación propia, mil ojeras sin insomnio, mil arrugas sin risas, sin rosas, sin nada…, ni siquiera sin sombras.
En definitiva, sin ser.
El destiempo ya pasó, como un huracán sin permiso.
Y es por todo ello, que dando gracias infinitas, a tiempo, ni hay recuerdo, ni memoria, ni nada.
Siendo la «Nada», el principio del «Todo».
El todo que debe empezar teniendo desarrollada esa imaginación sociológica de Mills, es decir, teniendo esa «capacidad que posibilita a su poseedor comprender el escenario histórico más amplio en cuanto a su significado para la vida interior y para la trayectoria de una diversidad de individuos», que son los que conforman nuestra sociedad.
Natalia Simón 🌙