Quizás no se lleva tan mal el hecho de estar en casa «encerrado», sin salir. Es cierto que es la primera vez que un hecho social nos afecta a todos, a todos los países, ricos y pobres, a todas las personas, famosos, políticos, etcétera. Pero también es cierto que no nos afecta a todos por igual. Hemos perdido la sensación de libertad a la hora de decidir, la libertad de hacer lo que queramos ya que hay una situación de alarma que nos obliga a no salir de casa, a excepción de determinadas situaciones, claro. Y, además, las medidas que se están adoptando en muchos casos no alivian la situación extrema que viven o están empezando a vivir muchas familias.
Esta situación puede generar posteriormente, cuando todo pase o medio pase, conductas antisociales, conductas que, socialmente hablando, no son «normales», no son las «esperadas», las «aceptadas», que se generan precisamente por considerar que las instituciones no les han aportado las herramientas necesarias para vivir en comunidad, en sociedad. Es lo que en Sociología se conoce con el término de ANOMIA, desarrollado por Emile Durkheim, que explica como las personas se aislan por la falta o la incongruencia de normas sociales.
De todas formas, la historia nos permite intuir que seguramente, poco a poco volveremos a la vida que teníamos, a medio-largo plazo. Aunque esta situación que estamos viviendo es plenamente nueva, y desconocida.
Seguramente seguiremos viendo, por un tiempo, gente con mascarilla por la calle, habrá repuntes racistas, aumento de suicidios, más pobreza…
Seremos OTROS, nunca volveremos a ser los mismos.
Valoraremos más lo público, la sanidad pública, seremos más humanos, entenderemos mejor a todas las personas que se sienten rechazadas, discriminadas por el mero hecho de emigrar de sus países en busca de una vida mejor. Cuidaremos más el medio ambiente, seremos más comedidos a la hora de consumir… Pero sólo si sabemos aprovechar lo que está ocurriendo para mejorar, estamos a tiempo de cambiar el rumbo de la sociedad.
Llevamos muchos años arrastrando una crisis ambiental que nos indica la necesidad urgente de una transformación social, apuntando rígidamente a un cambio en los modos de consumo. Una crisis económica y financiera resuelta, a medias, desde un enfoque capitalista que deja en el olvido toda la problemática ecológica y todo cambio de sociedad.
Es imprescindible invertir en ciencia, en investigación. En protocolos que funcionen eficazmente ante posibles situaciones de emergencia. Trabajar con equipos interdisciplinares. Pero, sobre todo, dos aspectos que me gustaría resaltar, el respeto a la naturaleza y la unión, la cooperación. Por desgracia estamos presenciando ataques entre partidos políticos y la sociedad, los votantes, están cansados más que nunca, percibiendo que ni en situaciones extremas como estás se ponen de acuerdo, primando más intereses personales, partidistas, económicos o chovinistas.
La sociedad ha comprobado como lo que se nos niega siempre a nivel normativo, de estructura empresarial, aprendizajes varios, es posible. Al igual que ser solidarios, empáticos y sociales. Reencontrarnos con nosotros mismos para vivir en una sociedad diferente, más humana, más social, más respetuosa con las personas y por supuesto, con la naturaleza.
Creo que todos y cada uno de nosotros deberíamos preguntarnos qué vamos a hacer cuando termine todo esto. Y en estos casos, en casa, crearnos unas expectativas moderadas, realmente alcanzables para no caer en futuras frustraciones, es primordial cultivar las emociones ya que la mejor manera de esquivar las frustraciones, los fracasos o situaciones inesperadas es a través del control emocional. Esta situación nos ha obligado a salir de nuestra zona de confort. Ahora y después toca adaptarse.
La transformación de la sociedad pasa también por un cambio en otras esferas. Tal y como apuntaba hace años De Sousa, teórico de la sociología de la emergencia, «la condición necesaria para hacer frente a la exclusión social que afecta a cada vez más seres humanos es llevar a cabo una doble reinvención: la del Estado y la de la democracia».
Por lo tanto, considero que sólo si somos conscientes de que no lo estábamos haciendo muy bien, y queremos que emerja una sociedad diferente, y consideramos a su vez que esta crisis sanitaria sin duda traerá más exclusión social, la transformación social solo podrá emerger de la mano de una reinvención del estado y la democracia.
Natalia Simón 🌙
No puedo estar más de acuerdo contigo, Natalia. Una de mis palabras favoritos es “Reinventarse” (de ahí el nombre de mi blog), y comparto contigo que la sociedad, el estado, la democracia debe reinventarse. Ahora bien, no se si tenemos políticos capaces de remar en esa dirección. Son supervivientes. Son los primeros que se deben reinventar pensando en la sociedad, en la democracia y en el estado, no en su sillón. Y cuando todo pase… Quizás más de lo mismo… Y eso me entristece. Felicidades por tu blog. 🥰🤩
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Efectivamente, Jesús, reinventarnos todos, y creo eso precisamente es una decisión muy individual. Intento plasmar todo lo positivo que me gustaría tuviera este futuro incierto que se nos presenta. Pero dependerá de cómo le esté afectando a cada uno y de qué rumbo quiera dar a su vida, para que la sociedad pueda transformarse. Mil gracias por estar cerquita!!
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